Por Mirna Isabel Rivera y Victoria Lobo. Cuando se está ante un público acostumbrado a la acción, a realizar actividades tangibles y vivir con las consecuencias de las decisiones de otra gente, sin tener plena conciencia de ello, como es el caso de muchas empresas micro, pequeñas y medianas que luchan todos los días por sobrevivir ante un mundo cambiante y con las reglas del juego no muy claras, es muy fácil caer en la trampa de creer que para ellas es más difícil entender la parte holística de la responsabilidad social corporativa.
Hace unos meses tuve la experiencia de estar ante un grupo de personas emprendedoras y aunque tengo la conciencia de que cada público es diferente y está claro que con un curso introductorio no es fácil resumir lo que significa ser socialmente responsable, apareció la incertidumbre de saber si realmente quienes lo impartíamos nos estábamos dando a entender.
Para asegurar que los objetivos se cumplieron al concluir la jornada se le preguntó a la asistencia qué le había parecido la actividad y que si podía brindar su opinión -la costumbre no es buena amiga- porque a veces esperamos escuchar las mismas respuestas como “me gustó”, “felicidades”, “hagan más actividades como estas” o simplemente un “gracias” lleno de mucho sentimiento. Pero cuando de repente un asistente que fue poco participativo durante la jornada dice con sus propias palabras el significado de la responsabilidad social corporativa, y pone en evidencia su cosmovisión de la vida y resume la actividad diciendo “que viva el amor” sientes como que cada persona que estuvo ahí abrió no solo su mente, sino su alma, es como abrir una puerta que sabes existe, pero acostumbras a usar sólo en los lugares y momentos especiales.
La espiritualidad en los negocios parece que en tiempos de crisis toma más fuerza. Está ligada con los conceptos de ética y valores, rompiendo el antiguo paradigma de la manera tradicional de hacer negocios, tomando un nuevo giro en este siglo que por muchos años estuvo divorciado de las empresas.
En países desarrollados temas como la espiritualidad y la ética tomaron mayor relevancia a raíz de escándalos corporativos acontecidos en los Estados Unidos, tales como Enron, WorldCom, Adelphia Communications y Tyco, que mostraron la falta de principios éticos y espirituales arrastrando a grandes organizaciones hasta el cierre de operaciones.
Cuando se observa a las gerencias como las que formaban parte de Enron, Wordcom, Tyco International e Imclone que son codiciosas y se entregan a manipulaciones financieras, mienten y presionan en grupo para engañar al resto, concluiría que las corporaciones estadounidenses no tienen sentido ético. (Coulter 2005: 110)
Existen varias razones para el aumento del interés en la espiritualidad según Robin, (2004:543):
• Como contrapeso a las presiones y de la tensión de un ritmo agitado de vida. El tren de vida actual, con familias uniparentales, movilidad geográfica, carácter temporal del trabajo, tecnologías nuevas que distancias a las personas, subraya la falta de un sentido de comunidad que extrañan muchas personas y aumenta la necesidad de participar y congregarse.
• Quienes forman la generación de baby boomers, al llegar a una edad mediana buscan algo en su vida.
• Las religiones establecidas no funcionan para muchas personas, que buscan asidores que reemplacen su falta y palien sus sensaciones cada vez más intensa de vacío.
• Las exigencias del trabajo hacen que el centro laboral dominen la vida de muchas personas, que con todo siguen interrogándose sobre el significado de su trabajo.
• Hay un deseo de integrar los valores de la vida privada con los de la vida profesional.
Sólo las personas pueden provocar un cambio en la conciencia corporativa. Todo lo que el sistema sabe es como sobrevivir. No sabe como curarse, y se sabe que la única manera de salvar pacientes es con una inmersión en conciencia y valores. La verdad y el valor nacen en el corazón humano, de abajo hacia arriba. (Aburdene 2006:96)
Con un verdadero entendimiento sobre la espiritualidad en el trabajo, se puede evitar perdidas económicas para la empresa, por ejemplo el robo producido por el personal implica costosos sistemas de seguridad interno, lo que puede sobrellevar pérdidas cuantiosas para la organización.
El concepto de espiritualidad en trabajo para que sea efectivo debe diferir de la religión, porque el propósito es buscar que las personas puedan desarrollarse tanto material como espiritualmente, sin poner en menoscabo sus creencias personales, más bien reforzar aquellos principios que son compatibles con la competitividad laboral. Por ejemplo, la honradez, la lealtad, el respeto por el prójimo y por cada cual.
Las compañías que están en este movimiento buscan fortalecer su liderazgo y prestigio, características que exigen el mundo de los negocios modernos, donde la imagen positiva es sinónimo de éxito.
Sabiendo manejar este concepto desde la perspectiva del respecto a las creencias religiosas se puede convertir en una herramienta de apoyo al clima laboral.
Y como conclusión final queremos decir “que viva el amor”.
Bibliografía consultada
Aburdene, P. (2006). Megatendencias 2010. Colombia: Grupo Editorial Norma.
Coulter, M., Robbins, S. (2005). Administración. Atlacomulco, Mexico: Pearson Educacion.
Robbinss, Stephen (1998). Comportamiento Organizacional. Michigan: Prentice Hall.
“Que viva el amor”
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lunes 16 de marzo de 2009
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